viernes, noviembre 24, 2006

Ricardo Luis Trombino - San Juan - Argentina










POEMAS

CANTO RODADO


Es cuestión de las acequias, en tiempo ayer las palomas,
el sueño en la montaña nueva y los pies cansados
de empujar arriba el peso de una aventura a lo alto.
Me dijeron una vez vale la pena, sí,
la mecida tonada de un recuerdo en la modorra de los álamos,
cuando la torcaza sobrevuela por los nombres quietos de la siesta.
Empujé travesías a desgano de piedras
con un fulgor zonda calcinando entusiasmos.
Busqué en sombra de algarrobo la respuesta del desierto,
agua como vena por debajo de la tierra.
Tiré piedras en el río del verano, espejé en su caudal mi poesía;
me llevó rodando a los sueños de la nieve,
me trajo cordillera en cristalinas gotas
y descubrí en su arena mi destino.
Hoy, poeta deletreando los cerros,
acunando en el valle comisura de olvidos,
abrazo una guitarra de árbol recuerdo
y canto un poema, me reúno con los álamos,
me refresco la historia en las acequias;
viene en remolino el ayer, días infancia de los pájaros
que enjauló el pavimento de otra costumbre,
una traición por la espalda del sueño.
... Y este grito que se hace verso rasgando vientos de la tarde,
palabra que me salva y me nombra para crear de nuevo
el horizonte postergado.
Y me invento otra calle para despertarme,
quiero saludar a los pájaros en la incertidumbre del lucero
para que me nombren los días futuros
y se meza entre los álamos mi renovado canto,
poema despojado, desnudo,
la voz creadora de mis ojos en la urdimbre del río distante,
en la cumbre del agua gestando racimos.
Ando entonces, desde entonces, como canto rodado
pariéndome otra vida
mientras ruedo por el tiempo de los sueños
en despojo y apropiación del mundo,
hilo de sol en mis aristas,
dorada huella en la veta de las búsquedas.
Tengo el nombre de la sed bautizándome los años
y el lagar de estos poemas para beberme otra vida.

De "Poemas de necesidad y urgencia" (2005)


CARICIA DE VIENTO ENTRE LOS ÁLAMOS


Si hubieras sabido alguna vez, Valentina,
de esta poesía persiguiéndote en la siesta...
de este susurro de palabras por la tarde
y mi lejanía de noches sin pasado,
mi aturdida memoria con tu nombre...
mi sequía en las manos
persiguiendo la lluvia de tus ojos,
migraciones de abrazo hasta tu valle...
si hubieras sabido...
Te he visto partir atravesando plazas y dolores,
ir hacia el sur con tu risa
atravesando la ciudad con tu nostalgia de sauce,
con la sombra de tu pelo en el calor del cansancio
y dejando en el viento presagios y besos.
Un día lo sabrás, Valentina,
cuando la tardanza de estos versos
te visite en la distancia donde ya no estoy,
eco agónico de un desierto que te nombra,
que mira hacia tu cumbre con el sol a cuestas.
Es posible que lo sepas
y venga tu arrullo entre los años
y me esperes una noche tras las sombras
y me sigas callada
en la geografía de estas calles
por las que te fuiste tiempo atrás,
calendarios de agonía en mis manos extendidas
en esta ciudad con aluvión de ausencia,
tránsito repetido de cemento estéril.
Es posible que venga tu arrullo entre los años
como un dique conteniendo mi nostalgia,
besándome en la frente el desamparo.
Valentina, mujer de ojos suaves,
como caricia de viento entre los álamos,
silueta de valle suspendida en el ocaso,
belleza furtiva convirtiéndose en estrella,
amor abrazado en días sucesivos de la espera,
poesía que se escapa de mi boca
como el río que atraviesa piedras,
cascadas de sequía y sed de Zonda.
Es posible que sepas todo esto
y aguardes en la cumbre de tu abrazo
una nueva primavera, otro verano,
la estación de tu exacta llegada
para desatarme estos versos
y liberarme de tu nombre hecho poesía.


De "La pertenencia de los pájaros" (2006)


ESPERA

La espesura de la noche
se disuelve en el asombro de distancias.
Cada cual, de nosotros,
busca la piedad o el castigo
en la memoria breve
que atraviesa de insomnio
las agujas del reloj.
Cabe poco tiempo en el desamparo
cuando todos pasan y nadie mira.
La nevada soledad araña fotos
de cuerpos ayer que ya no hay.
No tocan la puerta
del otro lado de la estrella.
De cuerpo ausente se nutre el desgarro.
Indulgente se cierra un libro,
y los párpados, y llega un sueño
que aletarga una tregua
donde los nombres se han hecho polvo,
remoto pasado, adiós,
canto sin garganta.
Un remolino de hojas susurra en la puerta.
El viento concurre a la ceremonia
de tanto estrépito callado.
Alguien mueve una llave detrás del bostezo,
empuja la densidad del recuerdo
y en un instante
nos atraviesa el pecho
con la sorpresa de una boca
que nos besa otra vez el asombro.
Entonces, la noche,
es un pájaro liviano
que amanece.

De "Territorios de fin de siglo" (2000)


PERSISTENCIA LEJANA
En un mueble
se duerme con perfume a cedro
un poema callado,
nunca dicho en rueda de amigos.
Es nada más que un apretado abrazo
en madera de silencio.
Si una mano deslizara
el frágil resguardo de ese tesoro
podría tal vez
desempolvar palabras
por las que un día he muerto
secándome la boca,
y una herida por la tinta de los ojos
erguiría de nuevo
esta sombra que deambulo por las calles.
Los vientos del invierno
han posado en ese mueble
todo el polvo de sus furias
y una lámpara vieja
se ha poblado de fantasmas
que le rozan las aristas
y se caen por calendarios de lluvia.
Estoy atesorado en un cajón,
en una hoja.
Soy
la húmeda sombra de un plagio
que camina su recuerdo.
Sólo me repito en una tarde
por la que un día partí
hacia el nombre total del olvido.

De "Poemas" (2006)


PRESAGIO


Un niño ríe
por el agua de tus ojos,
salta mañanas de un verano
y brinca por un tiempo
que aún no llega.

Un niño corre
por la piel de mi cansancio,
me llama en tu piel
y atraviesa un día
que aún no llega.
Acaricio tu vientre
y los sueños
se me pueblan de bullicios.

De "La pertenencia de los pájaros" (2006)


OPCIÓN


Se creyó la vida,
esa de cuadros que pintaban otros,
una acuarela asegurada por muchos,
certeras pinceladas de costumbres.
Pero un día
lluvias intrusas cayeron en los cuadros
y transformaron todo
en tinta para versos.
Le dolió en sí mismo
tanto color que no le contaron.
Entendió que debía elegir,
decidió hacerlo:
En el banco de una plaza sola,
con algunos gorriones curiosos
y un viento suave de tarde distinta...
tomó sus armas
y se mató de poesía.

De "El azar de las palabras" (1993)