lunes, noviembre 13, 2006

Rita Kratsman - Buenos Aires - Argentina





















silencio de pared y la lluvia se arrima
que nos aupe la higuera
hoy no
parece que Hoy no iremos a jugar ahí donde
hacen ruido las abejas el calor nos derrite
es preferible quedarse junto a las mujeres
enredadas en hilos y rafias mientras
rumorean la receta del dulce
y los higos que revientan

*
aleteo de mariposas antiguas una cadencia
que todo siga como está
Amanda miente
dice que la muerte es una pájara con Manto de moaré
en las macetas crecen unos Paraguas alilados
que parecen flores




SEÑORA MARIPOSA

Cuanto más me acerco más me alejo
pero ahí está el patio
donde cayeron las mayúsculas,
el aire trae
del coro de los sueños,
el sueño de más tarde
lo imprevisto
emerge sin embargo
de una rama.
Esa hilera de hormigas se dirige
hacia una zona firme
pero marca la hora un reloj blando.
Jugo dulzón de las uvas
cada racimo contenía un momento.
*
Todavía ruedan tus ojos sangrantes
pero ahora por estas otras escaleras
también de terror.
Padre, te lavo, en un baño de hospital
con cucarachas
pero tu sonrisa está en la madera y en
la ferretería
de los goznes aceitados.
No me importa si es poco
sólo quiero ver que algo comas.
Por qué no nos sentamos uno
frente al otro, así
admirando el resplandor que llega, así...




ARIA CON VARIACIONES

Aurora tiende el mantel con la gracia de una figura de lienzo, nos acordamos del pasado, el vino y la noche buscan a toda costa una censura. Afuera es vibración el zigzag de las ramas, pero nada, nada más allá sino estos arpones de luna en la mesa:

ondas y círculos

círculos y ondas

voces, bermellones,

"estas hembras no son dulces no" pero algo saben y les digo "somos jóvenes, jóvenes, ninguna falta de amor nos hará viejas".

De vez en cuando una lanza se dirige hacia la madre quien luce una fibra sublime de laurel, y el registro afelpado, y el andar de sándalo, (siempre admiré su estatura).

*

Destello magenta en los retozos del insomnio: la sordera del mundo crece con su avidez y qué de una palabra sin censura.

Amores entregados al cáncer del silencio y el mar de junio respira en los cuartos de la casa, la noche, qué raro, tiene brazos de hombre.

Y la montaña en el bosque y el bosque en ese mar Próspero y la luna hinchándose sobre el azúcar de las dunas como un repollo ardiente.

Pero de tanto silencio se oye el arrastre de las lagartijas, no hay mayor seguridad que estar en el sueño de un amante, pero no hay sueño, no hay amante y el mundo... librado a la explicación del mundo.


*

La finura se interrumpe en el ángelus, plenitud que empezaba a emerger de lo sublime. El aire, que también estaba lleno de adoración invita a morir; la tierra se arruga bajo el alero, sobrio, por vacío de nidos.

Suena Bach pero entra esta vez en el útero cansado.

Incisión repentina en un pentagrama, aunque vibra igual ese andante con movimiento, vibra y hablamos de cosas de mujeres para lavar un poco los sentidos.

El castaño, por momentos se compadece como quien se conmueve ante una astromelia pisoteada.

Desde una piedra sobre otra, nos llega el coro de unas ranas, no la lluvia.

Rita Kratsman