Alfia Arredondo Orozco - San Juan - Argentina

POEMAS
Rostro de Ayer
Vuelvo a esta calle
a recuperar
coneja sin galera,
mirada encontrando
límite del sol,
tierra que moldeó mis rodillas.
Vuelvo a esta calle
con humedad de piedras
a recuperar
el sueño de un caballo
paz de tortuga,
una acequia como mar...
que hoy el tiempo
casi ha desdibujado.
Vuelvo...
esencia me susurran álamos,
ventana de madera, abriéndose de rostros,
un patio que gatea en risa inocente.
Tanto pasado me abraza herida
calma espasmos
y acurruca un presente
olvido de niñez.
Uno se acostumbra
al límite del papel,
dónde empezar y dónde termina,
hasta que un día...
después del papel
siguió escribiendo
sobre el mantel donde desayunó,
en la pata de la mesa,
en el piso de todos los días
lleno de huellas,
y un poquito se fue
para el propio dedo gordo,
salió a la calle
y pudo dejar palabras cerca del sol
atrapar otras y pegarlas en un árbol,
siguió escribiendo...
en una mejilla que pasaba en bicicleta
en los ojos profundos de un perro
en un par de alas, cargadas de silencio
y así...
entendió la poesía.
Memoria
No sé por qué este empeño
necedad
de pararse en viejas esquinas
mismas esquinas...
y suicidarse
con sentimiento de fantasma.
Ellos, llevan palabras
como adornos de sus pasos
pero no son pasos
ni huella profunda en el barro
ni dolor que traspasa la tierra.
Ellos, llevan palabras
como la vida
pero no es vida
que se rompe, se deshace
en cada venta.
Ellos, llevan palabras
como credos
de señoras escupiendo rosarios
de vidas ajenas
y pedazos de diablo.
Ellos, llevan palabras
como verdad
pero es ficción de tinta
nmuerta de venas secas,
es mano que nunca salió de esa hoja,
silencio acomodándose en el juego.
Ellos, llevan palabras
pero no son "palabras"
es un payaso triste
que cambió su poesía
por el mejor sombrero.
Padre en cuerpo ausente
Qué tocaban tus pies,
mientras yo
por asfalto desconocido
iba pasos ansiosos
piernas cruzando destino.
Dónde tu alma infinito,
mientras yo
en ascensor rascacielo
volaba ilusiones
y lágrima era preámbulo
todavía inexplicable.
Entre quiénes tus manos,
desplegando libertad,
cuando las mías golpeaban
puerta cerrada,
golpeaban
hasta la caída
hasta horadar el silencio
hasta eco sordo agrietando huesos,
golpeaban sin atravesarte
golpeaban cara de la muerte,
conociendo la palabra ausencia
que aún no se ha escrito.
Dónde estabas
esa tarde,
qué calle te tragó
en inmensa ciudad sin pájaros,
dónde...
mientras yo
repartía soles con la risa
y aún, mariposas de pestañas,
mientras iba
buscándome a toda costa,
cruzando años.
Dónde estabas
cuando volvía
toda noche,
llena de agujeros negros
y mariposas muertas
que no supe cómo enterrar;
una puerta cerrada
selló mi boca
y tu abrazo fue un ascensor
descolgándose al vacío.
Prefiero
a veces
el paisaje de mi memoria,
calles sin sombra
un aire urbano de olas revueltas
una sola plaza
y casi una sola
mi escuela,
un lugar sin rostros desconocidos
hay en mi memoria.
Prefiero
a veces
dejarlo así
no vaya a ser que vuelva y
las nieves sean agua sucia
mi aire pura humareda,
me encuentre con calles impostoras
y con caras pasando de largo ;
no vaya a ser
que el mar ya no me regale caracoles,
los de entonces olviden abrazos
la risa se haya formalizado
y hasta las esquinas cambien de nombre.
Prefiero
a veces
el paisaje de mi memoria,
no vaya a ser que vuelva y
muera en un cementerio desconocido.
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